La inmunidad adquirida no es innata; se aprende. A medida
que el sistema inmunitario se encuentra con sustancias extrañas (antígenos),
los componentes de la inmunidad adquirida aprenden la mejor forma de atacar a
cada antígeno y comienzan a desarrollar una memoria respecto a ese antígeno y
sobre como defenderse de éste.
La inmunidad adquirida se denomina también inmunidad
específica porque dirige su ataque a un antígeno específico que se ha
encontrado con anterioridad. Sus rasgos característicos son la capacidad para
aprender, adaptarse y recordar.
La inmunidad adquirida necesita tiempo para desarrollarse
tras entrar en contacto con un antígeno nuevo. Sin embargo, después el antígeno
es recordado, y las respuestas posteriores a ese antígeno son más rápidas y más
eficaces que las que se produjeron después de la primera exposición.

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